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Marta Lagos: El fin de la tercera ola de democracias

Reproduzimos abaixo o artigo El fin de la tercera ola de democracias, de novembro de 2018, de autoria de Marta Lagos – diretora do Latinobarômetro – para fazer ulteriormente alguns comentários. Lendo o artigo fica-se na dúvida se ela entendeu realmente o que está acontecendo na América Latina e no Brasil, sobretudo se chegou a perceber que a onda neopopulista (incluído o lulopetismo) era autocratizante. O fato de o Brasil continuar tendo um regime democrático após uma década de governos petistas não significa que o PT seja democrático e sim que a nossa democracia sobreviveu apesar do PT. Além do mais o PT não queria – e não quer – abolir o regime democrático de uma vez e sim usar a democracia contra a democracia, vencendo eleições sucessivamente para acumular forças para alterar o DNA da democracia, tornando-a i-liberal e majoritarista, a fim de conquistar hegemonia sobre a sociedade a partir do Estado aparelhado pelo partido para nunca mais sair do governo. Pelo menos 11 em cada 10 analistas políticos estrangeiros que não conhecem direito o Brasil têm imensa dificuldade de entender isso, ou seja, de perceber a natureza do neopopulismo lulopetista. Pelo visto, é o caso de Marta.

Mas vamos ao texto.

EL FIN DE LA TERCERA OLA DE DEMOCRACIAS

Marta Lagos

Hay que parafrasear a la reina de Isabel para describir lo que le ha pasado a América Latina, y decir que 2018 ha sido un “annus horribilis”.

Desde el inicio de la transición a la democracia América Latina pocas veces había vivido un período más convulsionado de su historia como el actual. No se trata de revoluciones o de grandes acontecimientos sociales, sino mas bien de la suma de hechos significativos que van conformando un cuadro muy nítido.

Estas convulsiones no se han producido por protestas como fue al inicio de esta década, sino mas bien por los resultados de las contiendas electorales, las acusaciones de corrupción, los presidentes presos, las empresas corruptas, las migraciones masivas más altas de la historia. Todo aquello nos indica que en 2018 hemos presenciado como espectadores el fin de la tercera ola de democracias.

Se cumple lo expresado por Durkheim, los acontecimientos políticos y fenómenos sociales pueden haber sucedido mucho tiempo antes que se tome consciencia de ellos. Las encuestas de opinión ayudan en la identificación temprana de esos fenómenos, pero los líderes sociales y políticos y las ciencias sociales no siempre logran identificar los indicadores que marcan los cambios como tales. Muchas veces sucede que se creen identificar la repetición de fenómenos del pasado, más que la formación de nuevos fenómenos. Hay mucha información pero eso no significa que ésta sea considerada relevante para tomar cursos de acción y cambiar el resultado de los acontecimientos.

En efecto, en Europa se habían venido fragmentado los sistemas de partidos políticos, llevando a la existencia de más partidos y coaliciones menos fuertes y coherentes en términos programáticos. Al mismo tiempo, a partir de los años 80’s ya era posible observar, a través de sus programas, cómo los partidos de centro izquierda y derecha se volvían lentamente menos relevantes. Muchos de ellos se vieron en la necesidad de correrse a la derecha para competir. En los últimos años, hemos visto las consecuencias de esos fenómenos, como la fragmentación y el menor liberalismo en Austria, Francia, Hungría, Italia, Alemania, Holanda y últimamente Suecia, con el resurgimiento de partidos nacional socialistas que han aumentado su votación, muchos de ellos a niveles récord. Con ello dejaron de existir los países inmunes a esas tendencias, como se creyó por algunas décadas después de la segunda guerra mundial. La derecha radical pasó a sentarse en los parlamentos, siendo un caso emblemático lo ocurrido en Alemania en las elecciones parlamentarias de 2017, sólo 70 años después del fin de la segunda guerra mundial. Al mismo tiempo, países “postulantes”, como Hungría, hoy en día no podrían solicitar ser miembro de la Unión Europea como se constataba en las discusiones del parlamento europeo en septiembre de 2018. La Unión Europea tiene un miembro que no cumple las condiciones para ser considerado como tal.

El surgimiento de las autocracias ha venido de la mano de ese cambio político hacia posiciones más autoritarias de derecha y de izquierda. Las nuevas democracias europeas de los países del antiguo Pacto de Varsovia han sufrido importantes retrocesos democráticos. Más aún, todo esto no se limita sólo a occidente, porque en Asia también encontramos retrocesos democráticos.

Hace ya medio lustro que es posible encontrar evidencia, tanto en este mismo estudio, así como en la literatura sobre la democracia, respecto a los síntomas de su declive. La “alarma” pública, sin embargo, llega con los hechos, es decir por medio de las consecuencias. Los dirigentes, los actores políticos, terminan enterándose, al igual que la población en general, cuando éstos ocurren. Se despiertan con miles de personas en las calles sin que tengan avisos de su ocurrencia. Tienen que contemplar impertérritos los resultados de las elecciones, sin que hayan podido prever sus consecuencias. La historia esta siendo conducida por el resultado de la acción de la masa de la población, mas que de sus dirigentes. La gente delante haciendo el camino. Ha quedado en toda evidencia que la demanda de garantías sociales para todos ya no espera, los ciudadanos están pasando la cuenta.

La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil del 7 de octubre de 2018 es el gong que desata la alarma pública. Durante meses, la agenda pública se centró sólo en las posibilidades de Luiz Inácio Lula da Silva de ser candidato, sin concentrarse en la crisis económica, política, social y de corrupción que sufre Brasil. La competencia electoral comienza cuando Lula pierde la posibilidad de ser candidato, y cambia el curso de la historia.

La historia de las democracias de la tercera ola es, en varios países (quizás demasiados), la historia de líderes con nombre y apellido, donde el país queda en segundo plano, prendado, detrás de la persona que lo encabeza. Eso pasa a ser una de las trampas de los procesos de consolidación a la democracia, la personalización de los destinos de un país. Si los destinos de un país dependen de una sola persona, es porque ya el proceso se ha viciado y sus instituciones y líderes no están cumpliendo con el rol que corresponde.

No se puede hacer un recuento de los países que han dejado de ser democráticos en el mundo, o están en peligro de perder esta condición en estas líneas. Hay abundante literatura que la describe. Sí queremos señalar que el declive de la democracia ha llegado con el surgimiento de partidos de extrema derecha en países democráticos y de autocracias en países que fueron parte de la llamada “tercera ola democrática” tanto en occidente como en oriente.

En el mundo entero hay retrocesos de la libertad, la justicia, la equidad, en pueblos que habían logrado avanzar en ello. América Latina no es una excepción en este contexto, tenemos nuevos autoritarismos en países que tuvieron una transición a la democracia, al igual que en la ex Europa detrás de la “cortina de hierro” hay retrocesos de la democracia.

Sin embargo, los nuevos autoritarismos latinoamericanos, así como los europeos y los asiáticos, surgen desde las mismas democracias que se van transformando, no bajo la forma de los clásicos golpes de estado, en los que en pocas horas los militares tomaban el poder por la fuerza de las armas, sino desde los personalismos presidenciales que minan la autonomía de los distintos poderes del estado y quedan con todo el poder. Hay muchos ejemplos tan diversos como Venezuela, Nicaragua y Turquía, que muestran cómo las elecciones han permitido la instalación de autoritarismos. Son verdaderos autoritarismos electorales, si bien de distinto origen y tipo, llegan por la vía de las elecciones. En otros casos, se trata de pequeños cambios que se suceden en regímenes donde sus gobernantes han sido elegidos en elecciones libres y competitivas. En algunos, la línea que marca la separación de los poderes del Estado se va disipando; en otros el Congreso se vuelve un instrumento del Gobierno, o bien los tribunales de justicia son dominados por el poder político, que son algunas de las formas de debilitamiento de las instituciones de la democracia. Ya no son los autoritarismos militares (que fracasaron con la llegada de la tercera ola democrática), sino que son nuevas formas de dominación autocrática, no siempre identificados como tales en el instante que éstas surgen.

Hace catorce años al publicarse el primer informe del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 2004 sobre la democracia en América Latina, el New York Times publicó datos de Latinobarómetro en un artículo en que señalaba que era posible una regresión autoritaria militar en la región (1). Esa noticia produjo mucha controversia y durante más de una década se ha desmentido año a año la posibilidad de vuelta de los militarismos a la región. Lo que nadie previó, en ese entonces, es que ya no se necesitarían militares para establecer autoritarismos. América Latina nos ha mostrado como la historia no se repite sino más bien evoluciona. En esta nueva América Latina no son necesarios los golpes de estado, se llega al autoritarismo por la vía de las elecciones. Es una ola de malestar de un pueblo empoderado por la democracia por la educación, la libertad de expresión y mayores grados de educación.

América Latina inició, hace poco más de 30 años, su época más brillante con la recuperación de la democracia en todos los países de la región, produciendo por primera vez en la historia, una región con democracias en todos los países. Es lo que fue parte de la llamada “tercera ola” de democracias, que en el caso latinoamericano puede darse por concluida en 2018, en un contexto en que al menos dos países de la región dejan de cumplir abiertamente con las reglas mínimas que exige un régimen democrático: Venezuela y Nicaragua (2). Esta calificación no se ha hecho arbitrariamente, sino mas bien de manera sucesiva se han ido sumando organizaciones internacionales de distinto tipo en declarar las falencias de los regímenes que rigen esos dos países.

En esos dos países de la región los organismos internacionales como Naciones Unidas han fustigado la violación de Derechos Humanos. Estos países no tienen dictaduras militares convencionales como las que gobernaron en la región antes de la tercera ola. Estas nuevas autocracias son mixtas, se celebran elecciones (lo que desconcierta a muchos que ven en ello una credencial democrática) pero a la vez no están necesariamente garantizadas la independencia de los distintos poderes del estado. No todas las libertades se pueden ejercer plenamente, si bien el ejercicio parcial de algunas vuelve a confundir a los que estaban acostumbrados que los militares prohibieran todas las libertades, creyendo, de nuevo, que esos rasgos son democráticos. “Algunas libertades” no son suficientes para ser democráticos. Se requiere para ello pleno uso y garantía de las libertades cívicas y políticas para ser una democracia. En otras palabras, la democracia fue mutando llevando a esos países a constituir regímenes no democráticos. Son civiles, hoy día, no militares los que llevan a los países no sólo a grados mínimos de democracia sino también a su abandono como régimen político. Se usan todavía viejas “etiquetas” para denominar estos regímenes, como “dictaduras” o “populismos” pero hay grandes diferencias respecto de los populismos y dictaduras del pasado.

Venezuela y Nicaragua dejaron de cumplir un sinfín de requisitos para ser considerados como democracias, y requieren tal vez la creación de una nueva tipología para identificar su tipo de régimen. Nos hace falta una reflexión teórica profunda sobre la democracia que pueda reclasificar las autocracias nuevas en América Latina y el mundo en general. Hoy mas que nunca se puede decir que la famosa “democracia liberal” como “tipo ideal” de facto no existe sino como meta. La categoría, o la denominación del “tipo de régimen” queda para la ciencia política y la sociología política que tendrá que elaborar marcos conceptuales apropiados para dar cuenta de este nuevo tipo de autocracias, autoritarismos, dictaduras, populismos para diferenciarlos de aquellos del pasado. Usar los conceptos del pasado no clarifica los fenómenos, mas bien confunde y simplemente muestra la lentitud y/o pobreza de la academia en la identificación de sus fenómenos de estudio.

Ambos líderes en Nicaragua y Venezuela cuentan, sin embargo, con apoyo ciudadano y fueron elegidos mediante sufragio universal (en ambos países hay reelección indefinida), procesos que obviamente, no tuvieron las dictaduras militares previas a la tercera ola. En un momento en que la aprobación de gobierno en América Latina está en una de sus horas más oscuras, estos gobernantes gozan de un nivel de apoyo no inusual en la región, similar a otros países que no han perdido su condición de democracia.

La autoridad presidencial en América Latina ha sufrido un fuerte proceso de cuestionamiento y erosión, donde una parte significativa de la región las considera involucradas en la corrupción como muestran los datos de Latinobarómetro 2018. A los gobiernos se les acusa de no cumplir con la promesa de otorgar garantías sociales. En otras palabras, las quejas de corrupción, incompetencia, mal desempeño pesa sobre las democracias y sus gobiernos. No es de extrañar que la aprobación de los gobiernos en promedio caiga a menos de la mitad de la época de los hiperpresidentes donde toda la fe del sistema democrático estaba puesta en el presidente de la república.

No obstante, los dictadores en América Latina, antes de la tercera ola, también recibieron un apoyo popular, siendo el más potente entre ellos el apoyo que tuvo Pinochet, quien perdió una elección libre y competitiva hace exactamente 30 años, en 1988, con el 44% de apoyo ciudadano, marcando el inicio de la transición chilena. No hay que descartar, entonces, estos nuevos autoritarismos como liderazgos vacíos, impuestos por la sola fuerza del estado, sino que tienen raíces de mayor profundidad en la misma ciudadanía. Nadie pensó que Pinochet podía tener ese apoyo en una elección declarada por los observadores internacionales como “libre y competitiva”. No cometamos el error de pensar que un régimen autoritario puede no tenerlo en una elección el día de hoy.

La mano dura y el autoritarismo social y político persiste 30 años después de las transiciones, especialmente a la luz de la carencia de garantías sociales que demanda la población. La frase de Alfonsín “con la democracia se come”, cobra un valor muy especial en la elección de Brasil 2018 sumido en una crisis económica que los habitantes juzgan como más negativa que la crisis asiática de fines de los años 90, como muestran los datos Latinobarómetro 2018.

No menos importante han sido las migraciones como indicador de la debacle societal producida por la violencia y las crisis económicas. El 12 de octubre de 2018 parte desde la ciudad de San Pedro de Sula en Honduras, probablemente la ciudad con la tasa de homicidios más alta del mundo (3), una caravana de cientos de migrantes que se va engrosando en el camino para llegar a cruzar tres fronteras y recorrer los lugares más peligrosos del mundo, sin que se haya producido ningún asesinato, ni asalto, con cerca de 2000 personas que apuntan a llegar a la frontera con EE. UU.Un trayecto de cerca de 1500 millas que cruza Guatemala, Chiapas y Oaxaca, los lugares más pobres y peligrosos de América Latina. A ello se le suma el éxodo venezolano cuyas cifras alcanzan cerca de 4 millones de migrantes que han dejado su país por la crisis económica, alimentaria, inundando la región en la búsqueda de un futuro. La falta de garantía de la integridad física, la violencia y la falta de alimentos da origen a estas migraciones. Ahí fallan los estados, los gobiernos y la democracia. La migración llegó para quedarse, no habrá muros ni ejércitos capaces de pararla, son millones los latinoamericanos que quieren emigrar. Como dijo Norbert Blum (4) los países ricos (refiriéndose a la crisis migratoria europea) caen en la insolvencia moral si no son capaces de ayudar a los países desde donde se emigra porque no se tiene nada que perder.

¿Acaso el mayor fracaso de las democracias de la tercera ola en América Latina es haber tenido tan poca intensidad y calidad que terminaron confundiendo a la ciudadanía de cuáles eran las verdaderas características de ella? ¿Acaso la corrupción terminó deslegitimando los partidos y los parlamentos al punto que sean considerados como irrelevantes para el destino de la nación? ¿Acaso la corrupción lleva a la región hacia liderazgos populistas de lado y lado, más allá de los partidos? La debilidad de los estados se consolida con la corrupción.

La fragmentación del sistema de partidos habla de una alta tasa de vencimiento de liderazgos y el surgimiento de nuevas figuras que representan crecientemente pequeños grupos de ciudadanos. Precisamente es ahí donde comienzan las interrogantes, que se pueden agrupar en dos dimensiones. La primera de éstas es la de los pueblos ¿Hasta qué punto hay demanda por democracia en la región? ¿Acaso los ciudadanos que apoyan a estos autócratas no tienen valores democráticos? Si hubiera elecciones libres y competitivas en esos países, ¿sería electo al mismo gobernante?

¿Cuáles son las verdaderas amenazas de la democracia? ¿Estamos ante un cambio de valores, en lugares donde la democracia pareciera ya no tener más demanda? ¿Qué pasa con las libertades cívicas y políticas, el estado de derecho, los derechos de las minorías, la rendición de cuentas, la transparencia y probidad, la separación de los poderes del estado, los parlamentos, los partidos el poder judicial?

La segunda dimensión son las élites. La corrupción ha penetrado profundamente los presidentes, parlamentos, miembros del poder ejecutivo en muchos países, minando la imagen de la democracia, confundiendo a la población. Un régimen corrupto no puede ser una democracia.

Latinobarómetro ha sido enfático en estos últimos cinco años en señalar el lento y sostenido declive de indicadores de la democracia llamándola la diabetes democrática (5), por sus símiles con una enfermedad invisible en su generación, que, si bien no mata de inmediato, una vez que aparece es extremadamente difícil de erradicar y mortal. Los resultados que se presentan en el año 2018 muestran que éste es el peor de todas las mediciones anteriores, por lo que éste puede denominarse como un “annus horribilis” para la región. El problema de la región no es, primordialmente, los países que han salido de la categoría de “democracia” porque dejaron de cumplir los requisitos para ser democráticos. El problema de la región son los países donde hay problemas en el funcionamiento de sus democracias y están con importantes grados de peligro en dejar de serlo. Existen los indicadores, debería haber alarma al respecto, no hay que esperar que las cosas sucedan para decir que existen. Es posible anticipar. Es necesario que la democracia tenga también, como la medicina, indicadores de la “presión” democrática, un guarismo que permita encender las luces de alarma para actuar antes que sucedan los acontecimientos. Este informe muestra altos niveles de “presión” en varias democracias de la región que deberían servir de voz de alarma para que aumenten los países no democráticos de la región. Sin militares, sin armas, es más difícil reconocer la pérdida de democracia.

Son principalmente las elites y la corrupción las que protagonizan los problemas de la democracia. Esta situación nos lleva a la recopilación de información que nos debe alarmar, como es la lista de los expresidentes y vicepresidentes que están en la cárcel, son perseguidos por la justicia, están acusados o condenados por actos de corrupción. Si bien antes había un caso o dos, hoy se conforma un fenómeno político con un conjunto de países que sufren del mismo mal. El caso Odebrecht ha sido en parte responsable de esta debacle, aunque no de manera exclusiva, de la existencia del fenómeno. El segundo aspecto son las ansias de perpetuarse en el poder, registradas en las historias de cada país, pues los presidentes creen que sólo ellos pueden hacerlo bien. La ausencia de partidos fuertes que generen nuevos liderazgos ayuda a la “entrada” al sistema político de líderes “extramuros” que fustigan la política. Nos remitimos al informe de los datos 2004 de Latinobarómetro que sustentaron el primer informe sobre la democracia en América Latina del PNUD, donde se señala que el 43% de los latinoamericanos no les importaría “pasar por encima de las leyes” para solucionar problemas. Esa pregunta reproducida por Latinobarómetro para el PNUD tenía respuestas positivas antes de 2004 y las sigue teniendo. Ahí nace parte sustantiva del problema que se vive hoy. El valor de las leyes es relativo en la región, las elites en tantas ocasiones gozan de inmunidad ante la ley por la sola presencia de su autoridad. ¿Si no hay igualdad ante la ley, cuanto vale la ley? Treinta años es mucho tiempo para que los que están estancados al interior del túnel sigan creyendo que es posible llegar a la boca del túnel para ver la luz.

Al inicio de la tercera ola se publicó una lista de los presidentes que habían tenido que dejar sus cargos antes de terminar su mandato, pero que, sin embargo, no produjeron interrupción de los procesos democráticos, la democracia continuó con sus mecanismos constitucionales el reemplazo de esos gobernantes (6). Incluso en los últimos dos casos, Brasil (2016) y Perú (2018), donde los primeros mandatarios terminaron sus mandatos tempranamente por acusaciones, se produjeron reemplazos constitucionales. El problema de América Latina no es que los presidentes no terminan su mandato, sino los escándalos de corrupción de carácter regional que lleva a ello. El dinero sucio que perpetúa a personas en el poder enlodando la competencia de ideas y no permitiendo el surgimiento de nuevos líderes. Existen tribunales para la libre competencia de productos, pero no tribunales para la libre competencia de ideas y líderes. La corrupción distorsiona la formación de las elites, haciendo, por ejemplo, inútiles o debilitando los esfuerzos de leyes de cuotas que incorporen a las mujeres al poder político. No es casualidad que en 2018 ya no hay ninguna mujer como Jefe de Estado en la región, es parte de la crisis.

A más de 30 años de la tercera ola, el número de expresidentes involucrados acusados o condenados por corrupción está teniendo impacto en los procesos de consolidación de las democracias de sus países. Tiene, asimismo, consecuencias en un mayor desencanto con la política, y, sobre todo, en la participación electoral que lleva a las crisis de representación y a la disminución de la legitimidad y confianza en las instituciones.

El problema principal las democracias en América Latina es el deterioro de las elites, la corrupción y la desconfianza ciudadana en las instituciones de la democracia, sumada a la falta de conducción democrática de sus líderes, así como la falta de líderes como muestran los datos de este informe.

ELECCIONES EN AMÉRICA LATINA 2018

Durante 2018, seis países de la región eligieron presidente de la república, proceso que finaliza con la segunda vuelta en Brasil el 28 de octubre de 2018. En orden cronológico: Costa Rica, Paraguay, Venezuela, Colombia, México, y Brasil. Asimismo se celebraron seis elecciones legislativas y dos municipales (7), además de dos consultas populares (8).

No sólo desde el punto de vista político estas elecciones redibujaran el mapa de la región, con las elecciones en México, Colombia y Brasil, que representan en conjunto 370 millones de habitantes de los aproximadamente 650 millones de habitantes de América Latina, sino también desde el punto de vista del futuro de las democracias, se producen en un momento crítico marcando el carácter de los procesos de consolidación de las democracias por décadas a venir. Demás esta recordar que Brasil y México son la primera y la segunda economía de América Latina. La justicia ha terminado siendo un actor relevante en los procesos eleccionarios, como lo prueba el caso de Brasil, donde Lula no pudo ser candidato en las elecciones presidenciales de octubre de 2018 por perder todas las apelaciones, para poder serlo, ante la justicia. Pero Lula no es el único. En los últimos diez años la región ha visto uno tras otro a expresidentes en cerca de la mitad de sus países en ser acusados o condenados por actos de corrupción.

Otro “actor” relevante en los procesos eleccionarios es el deseo de perpetuarse en el poder. El apego al poder se ha mostrado por los intentos exitosos y fallidos de presidentes en ejercicio, de cambiar las reglas para ser reelegidos. Hoy tres países que tienen reelección indefinida. Solo en cuatro países no es posible la reelección 10. Los cambios de reglas (de elecciones, períodos presidenciales etc.) dan cuenta del uso de las leyes para adaptarlas al mejor uso de los que están en ejercicio. Veremos como hay un rechazo casi unánime del uso del poder para sí mismos

Perpetuarse en el poder es uno de los males más perversos de las democracias latinoamericanas, con estados débiles como los de la región, corren el riesgo de la corrupción y deterioro de la democracia, como se ha comprobado en varios casos. América Latina no es la Europa de la post guerra, con la presencia de coaliciones fuertes y gobernantes con liderazgos robustos al mando de partidos masivos y democráticos que les proporcionaron estabilidad a sus respectivos países en extensos gobiernos de varios períodos: Helmut Schmidt, Helmut Kohl, Felipe González, Margaret Thatcher, François Mitterrand, fueron mandatarios por más de una década, construyendo la Unión Europea como potencia mundial. Mandatarios de distintas ideologías de países que habían estado en guerra lograron estabilidad económica y política entregándole a Europa los 50 años mas prósperos y pacíficos de nuestros tiempos contemporáneos.

En América Latina lo que hemos visto es a gobernantes que se perpetúan en el poder, un lento y sostenido debilitamiento de las instituciones, los sistemas de partidos, un incremento de los personalismos, dificultando la consolidación de la democracia. Es por ello, que las elecciones indican cada día más sobre el destino de los países, si acaso el líder elegido ayudará a reforzar la consolidación de la democracia o si mas bien se trata de personalismos fuertes que terminan debilitándola. Las alternancias son un remedio para la revitalización de las democracias como lo prueban los datos a lo largo de los años, dificultadas por la intervención de la corrupción en el financiamiento de las campañas electorales, y dificultadas por la debilidad de los partidos políticos y la posibilidad de nuevos actores de participar en la competencia electoral (ello incluye la dificultad para que las mujeres compitan). Tienen que existir las condiciones institucionales para la formación de nuevos liderazgos, sin la competencia desleal que implica la intervención de la corrupción.

A la lista anterior hay que agregarle Cuba. Cuba no ha tenido elecciones de primer mandatario desde la revolución. Entre 1959 y 2006 Fidel Castro dirigió el país, a partir del 2006 lo sucede Raúl Castro su hermano. En 2018 Cuba elige al sucesor de Raúl Castro, por primera vez en 59 años el primer mandatario en Cuba no es un miembro de la familia Castro. Esta elección de 2018 es un primer acontecimiento significativo que marca un cambio respecto del pasado.

El 11 de marzo de 2018 se realizaron las “elecciones” de la Asamblea Nacional donde se eligen 605 cargos con 605 candidatos, con cerca de un 90% de participación electoral. Esa elección es la ratificación del proceso previo en el que se buscan y eligen los candidatos por cada unidad territorial. Hay un solo candidato por cada unidad territorial. En Cuba no existen los partidos políticos, ni la competencia electoral, todo esta manejado desde el estado central. La nueva asamblea elige al Consejo de Estado y al jefe de gobierno, sucesor de Raúl Castro. Cuba no es una democracia.

No hay datos para Cuba en el estudio Latinobarómetro, no hemos podido obtener autorización para aplicarlo. Es el único país de la región que no los tiene.

Costa Rica: La elección presidencial en Costa Rica, definida en segunda vuelta el 1 de abril, entre Fabricio Alvarado Muñoz, del conservador Partido Restauración y que había ganado la primera vuelta con el 24,91% y Carlos Alvarado Quesada, ex ministro del presidente saliente, Luis Solís Rivera, quien había obtenido el 21,66%. Alvarado Quesada obtiene la presidencia con el 60,59% de los votos en el ballotage, frente al 39,41% de su contendor. Costa Rica es uno de los países de América Latina que no tiene crisis y cuenta con una democracia sólida que se ha recuperado.

Paraguay: La elección en Paraguay tuvo lugar el 22 de abril en una sola vuelta, muestra una continuidad en el poder del Partido Colorado, con el triunfo de Mario A. Benítez, quien obtuvo el 46,44% de los votos frente al 43,29% del opositor Efraín Paredes con 61% de participación electoral.

Este partido ha gobernado Paraguay de manera ininterrumpida desde 1954, incluyendo tanto a la dictadura de Alfredo Stroessner (1954-1988) como a los gobiernos democráticos, con la excepción del exobispo Fernando Lugo quien no completó su mandato tras ser destituido por medio de juicio político en 2012. Vicepresidente de Lugo, Federico Franco, asumió la presidencia tras su juicio político y terminó el período presidencial 2008-2013. Después del fin de la dictadura de Stroessner en 1988, Paraguay ha tenido dos períodos presidenciales que llegaron a su término constitucional sin reemplazo del mandatario, el de la presidencia de Juan Carlos Wasmosy 1993-1998, y el de Nicanor Duarte 2003-2008. Paraguay es el país de la región que cuenta con la mayor cantidad de población que se auto declara partidaria de un régimen autoritario (13). Estos hechos lo confirman.

Venezuela: La elección presidencial en Venezuela fue convocada por la Asamblea Nacional Constituyente para el 22 de mayo de 2018. Cabe recordar qué esta instancia reemplazó de facto al Poder Legislativo, que contaba con mayoría opositora desde 2016. Esta convocatoria fue ampliamente criticada por a nivel internacional como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos, como asimismo una serie de países tanto dentro como fuera de la región. Estos comicios fueron respaldados por China, Corea del N, Cuba, Irán, Rusia y Turquía. La participación electoral fue de 46,07% El presidente Nicolas Maduro renovó su mandato, al obtener un 67,84% frente a un 20,93% de Henri Falcón. Venezuela acaba de ser fustigada por Naciones Unidas como uno de los países donde se violan los DDHH, y tiene una crisis alimentaria y de migración además de una crisis económica. Cerca de 4 millones de venezolanos han dejado su país.

Con un solo país que deje de ser democrático ya se termina “la tercera ola”.

Colombia: En Colombia gana la derecha con Iván Duque, delfín político del expresidente Álvaro Uribe con el 54.03% de los votos en segunda vuelta, derrotando a su contendor Gustavo Petro que obtiene el 41.77% de los votos.

Las elecciones en Colombia tuvieron un carácter extraordinario por dos características significativas. Por una parte, las FARC dejaron de ser para las organizaciones internacionales, un movimiento de carácter terrorista, y por otra nunca en la historia de Colombia la izquierda obtuvo tantos votos como en esta ocasión, pese a no ganar la elección.

La elección de Iván Duque confirma una alternancia en el poder entre los dos grupos que se han disputado la presidencia liderados por Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Las elecciones en Colombia son una singularidad en el contexto regional, pues las alternancias en el poder no se producen no entre la izquierda y la derecha, sino entre facciones de la centro- derecha.

Una segunda excepcionalidad del caso colombiano es que es el único país que tuvo una breve dictadura de solo cuatro años, como lo fue la de Gustavo Rojas Pinilla entre junio de 1953 y mayo de 1957. Uno de los países con menores actitudes autoritarias en la región.
México : Andrés Manuel López Obrador (AMLO) fue elegido presidente de México el 1 de Julio de 2018 sacándole 30 puntos de distancia al candidato Ricardo Anaya que llega segundo en la elección. Los resultados fueron: Andrés Manuel López Obrador 53.2% (30 millones de votos), Ricardo Anaya 22.3% (12 millones de votos), José Antonio Meade 16.4% (9 millones de votos), Rodríguez Calderón 5.2% (3 millones de votos).

La elección presidencial en México 2018 era considerada por muchos analistas como la mas importante desde la elección de Porfirio Díaz en 1910. AMLO fue candidato a la presidencia de la república en dos ocasiones anteriores, en 2006 cuando Felipe Calderón lo derrotó con una diferencia de nada más 0,56%, y en 2012 cuando lo derrotó Enrique Peña Nieto.

A diferencia de sus anteriores, en 2018 López Obrador no fue apoyado por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), sino que por una coalición liderada por su Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). El resultado de esta elección marca también el desplome del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó México de manera prácticamente ininterrumpida desde 1929 a la fecha, con dos excepciones: Vicente Fox en 2000 y Felipe Calderón en 2006. El candidato del PRI, José Antonio Meade, obtuvo un 16,4% de los votos.

Otras excepciones se producen en la elección 2018 en México, como por ejemplo el alto número de candidatos independientes para la presidencia de la república, que hasta antes de 2012 estaba prohibido.

La elección de AMLO en México muestra como los candidatos “extramuros” del establishment político, se transforman en el nuevo establishment. Ello va aparejado de la derrota de los viejos partidos y el surgimiento de nuevos movimientos. Elegir a un “no político” que fustiga la política tradicional es lo que esta en boga en una región donde la política esta puesta en cuestión. Es lo que ha sucedido en México. La izquierda latinoamericana celebró la llegada de AMLO al poder.

Brasil: En el caso de Brasil, el actor más importante en la elección presidencial no fueron los candidatos en competencia, sino los tribunales de justicia, que decidieron que Luiz Inácio Lula da Silva no podía participar en este proceso. El 11 de septiembre de 2018, Lula finalmente se baja de la carrera presidencial en favor del ex alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, tras agotar y perder todas las instancias judiciales para poder obtener la nominación.

Más allá de su condena por corrupción y la cárcel, Lula sigue siendo el político mas popular en Brasil hasta antes de bajarse de la carrera presidencial llevaba por lejos la delantera en intención de voto en las encuestas electorales. Es decir, sus adherentes no creían en su culpabilidad. La eliminación de Lula en la carrera presidencial transforma la carrera presidencial porque Lula parecía el único capaz de ganar la presidencia para la izquierda y le abre el camino a la derecha.

No menos importante es que el descontento ciudadano, la desafección con la política en Brasil, permite la irrupción de nuevos liderazgos, que traen lo inesperado en esta elección. El 7 de octubre Jair Bolsonaro gana la primera vuelta de la elección presidencial con el 46% (49.2 millones) de los votos a 20 puntos porcentuales de Fernando Haddad que obtiene 17.6 millones de votos menos con el 26% y 79.6% de participación electoral. La segunda vuelta tiene lugar el 28 de octubre, donde Jair Bolsonaro gana con 57.7 millones de votos, un 55% del total de votos válidos contra 44.8% (47 millones de votos) de su contendor Fernando Haddad con 78.7% de participación electoral.

América Latina tiene 650 millones de habitantes. En 2018 se han elegido dos presidentes con alta participación electoral, el presidente de Brasil elegido con 58 millones de votos y el presidente de México elegido con 30 millones de votos. Dos presidentes que representan 329 millones de habitantes (Brasil 207 y México 122 millones) en elecciones libres y competitivas que han derrotado el sistema de partidos en sus países y se han elegido líderes que vienen a rescatar la nación de la política. Toca la casualidad, creemos, que uno sea de derecha y el otro de izquierda. Sus características principales están dadas precisamente por situarse afuera de la política tradicional y por tanto también respecto del espectro político. Es lo que define la nueva manera de hacer política en la región, al menos para la mayoría de su población que habita en estos dos países. No la izquierda o la derecha, sino la derrota del sistema tradicional de partidos antes existentes, donde se elige a la “persona” no a un conglomerado político con una ideología. Esas personas elegidas fuera del sistema tradicional no necesitan partidos, les basta el poder personal, no necesitan ideologías, puesto que fueron elegidos personas, no como representando algún conglomerado, o bien como en el caso de México con un conglomerado político nuevo creado por su líder. La izquierda y la derecha latinoamericana de alguna manera acusan su derrota al sumar a sus filas a los nuevos caudillos elegidos masivamente por sus pueblos. Los partidos mismos no fueron capaces de crear nuevos liderazgos y renovarse. Los pueblos miran para afuera cuando no encuentran la solución dentro del sistema político.

Por su parte el pueblo brasilero hace uso de la democracia (elecciones) para afirmar de manera contundente, como decía Alfonsín, que la democracia es un vaso de leche.

Estas elecciones en Brasil marcan el inicio de una nueva época después del fin de la tercera ola, donde las democracias entran en estados intermedios, los sistemas de partidos y la representación en crisis, con liderazgos que se comen las instituciones y debilitan los estados, a la vez que entran a gobernar en situaciones que constituyen sustitutos de instituciones ya débiles. A México y Brasil le urge un poder presidencial poderoso capaz de enfrentar la crisis. Ellos, los nuevos presidentes son ambos, al mismo tiempo causa y consecuencia de las crisis.

A ello se le agrega la crisis post electoral en Honduras que tuvo elecciones presidenciales en 2017 donde por primera vez se puede reelegir un presidente y se reelige Juan Orlando Hernandez. El candidato perdedor cuestiona el conteo de los votos, se produce un recuento de votos en diciembre, pero las manifestaciones de rechazo a los resultados electorales se prolongaron hasta febrero de 2018.

El factor género, América Latina sin mujeres presidentes

No menos importante, es que en 2018 América Latina se queda sin mujeres presidentes. En las elecciones presidenciales de 2017 en Chile no solo se produce alternancia en el poder desde la izquierda a la derecha, sino también alternancia de género en la persona del presidente de la república, de una mujer a un varón. Con esa elección se vuelve a la unanimidad de varones en las presidencias de 18 países de América Latina.

En 2014 se alterna entre una mujer a un varón en Costa Rica. En 2015 en Argentina se alterna de una mujer presidente a un varón, en 2016 en Brasil se destituye a la presidente dejando un varón de presidente y finalmente en Chile en 2017.

La alternancia de género sucede simultáneamente con la llegada de lideres “extramuros” de la política tradicional, en Brasil y México.

¿Acaso la ausencia de mujeres con posibilidades de llegar al poder en las contiendas electorales tiene alguna relación con la debacle de los partidos tradicionales y la llegada de candidatos no tradicionales? La corrupción limita la competencia política, afectando el proceso de incorporación de mujeres al poder político. Esto no es casualidad, es consecuencia de las crisis de desencanto con la política que se vive

LA CORRUPCIÓN

La Empresa Odebrecht y su involucramiento en la política de la región es un hecho a destacar. En total son nueve los presidentes de América Latina se han visto acusados de vinculaciones con la empresa brasileña Odebrecht. Estos hechos y acusaciones han dañado las democracias de la región, deslegitimando el poder político, y malogrando la imagen de la política. Nunca en la historia de la región había habido una institución privada que dañara la democracia de esa manera como lo ha hecho esta compañía. La corrupción de expresidentes, sin embargo, no es exclusiva de Odebrecht, si bien esta empresa la ha transformado en un problema regional. Otras empresas como OAS también ha esparcido la corrupción por la región.

El último caso es del 21 de marzo de 2018 el presidente de Perú Pedro Pablo Kuczynski renunció a la presidencia ante las acusaciones de supuestos lazos con la empresa brasileña Odebrecht evitando así ser destituido por el parlamento.

La corrupción a nivel presidencial: En Guatemala, El Salvador, Honduras, Panamá, Ecuador, Perú, Brasil y Argentina 18 expresidentes y vicepresidentes han estado involucrados en escándalos de corrupción, condenados, acusados y procesados. Se trata de 10 casos en Centroamérica, mas Perú, Argentina, Uruguay y Brasil.

1. Otto Fernando Pérez Molina: presidente de Guatemala, ganó con el 54% de los votos en 2012 renunció en 2015 por corrupción por estar involucrado en el caso “La Línea”. Pérez Molina hoy cumple sentencia en la cárcel.

2. Roxana Baldetti: vice-presidente de Guatemala, también involucrada está en la cárcel por el mismo caso que Pérez Molina. Tiene acusaciones de trafico de drogas en EE. UU., por lo que se ha pedido su extradición (junio 2018).

3. Alfonso Portillo: presidente de Guatemala entre 2000 y 2004. Juzgado y condenado en 2014 en Estados Unidos por malversación de fondos. Tras cumplir un año de cárcel, pena acordada tras reconocer su culpabilidad, regresa a su país.

4. Álvaro Colom: presidente de Guatemala entre 2008 y 2012. Actualmente bajo procesamiento judicial por fraude y malversación de fondos, cumplió prisión preventiva entre febrero y mayo de 2018.

5. Jimmy Morales: presidente de Guatemala en ejercicio. La Corte Suprema de su país autorizó el antejuicio por eventuales delitos de financiamiento ilegal de su campaña.

6. Francisco Flores: Presidente de El Salvador entre 1999 y 2004, falleció el 30 de enero del 2016. Fue acusado en 2015 no fue condenado en vida, pero en junio 2018 se embargaron nueve propiedades de Flores. Fue absuelto a fines de octubre de 2018 por falta de pruebas de la fiscalía, por la ausencia de la firma de consulado de Taiwán en un documento presentado como evidencia (14).

7. Elías Antonio Saca: Presidente de El Salvador entre 2004 – 2009. Detenido en 2016 acusado de peculado y lavado de dinero. Condenado a 10 años de prisión en septiembre de 2018 por delitos de peculado y lavado de dinero. No justificó ingresos por cerca de 5 millones de dólares.

8. Rafael Callejas: presidente de Honduras entre 1990 y 1994, se declara culpable ante tribunales norteamericanos en 2016, por participar en una trama de sobornos cuando dirigía la Federación Futbol de su país. Aún no se dicta sentencia, arriesga 20 años de cárcel.

9. Ricardo Martinelli: presidente de Panamá entre 2009 y 2014 arrestado en Florida, donde se mudó después de dejar el cargo para pedir asilo político por presunta persecución de su sucesor Juan Carlos Varela que habría presentado cargos por motivaciones políticas. Martinelli habría usado el programa Pegasus para infiltrar los celulares de las personas. Martinelli fue extraditado el 11 de junio de 2018. (empresario dueño de una cadena de supermercados)

10. Rafael Correa: presidente de Ecuador entre 2007 y 2017. Enfrenta una orden de arresto internacional y prisión preventiva, incluyendo una orden de captura por parte de Interpol por secuestro de uno de sus mas férreos opositores.

11. Alberto Fujimori: presidente de Perú entre 1990 y 2001, destituido por su “incapacidad moral”. Su renuncia la producen los videos de Vladimiro Montecinos sobornando a parlamentarios a su favor. En 2009 fue condenado a 25 años de prisión acusado de homicidio con alevosía. Cumplió ocho años de prisión y en diciembre de 2017 fue indultado por P. Pablo Kuczynski por problemas de salud. En 2018, el sucesor de Kuczynski le levanta el indulto y emite nuevamente orden de arresto.

12. Alejandro Toledo: presidente de Perú entre 2001 y 2006. En 2016 fue acusado de haber recibido 20 millones de dólares por un contrato para la empresa según el ex presidente de Odebrecht. Es el primer exmandatario que cae por el caso Odebrecht. Alejandro Toledo está prófugo de la justicia. Toledo es el presidente de América Latina que ha registrado la menor aprobación de gobierno, terminando su período con 4% de aprobación según Latinobarómetro.

13. Ollanta Humala: presidente de Perú entre 2011 y 2016. Acusado él y su esposa Nadine Heredia por Marcelo Odebrecht de recibir sobornos para contratos lavado de activos y asociación ilícita para delinquir, luego de recibir, en 2011, unos tres millones de dólares para la campaña del Partido Nacionalista por la presidencia, según la declaración ofrecida en un tribunal por Marcelo Odebrecht. Ante la gravedad de las acusaciones, Humala y su esposa se entregaron voluntariamente a la justicia. Está en prisión preventiva.

14. Pedro Pablo Kuczinsky (PPK): presidente de Perú entre 2016 y 2017. Ganó estrechamente contra Keiko Fujimori. Kuczinsky renunció 21 de marzo de 2018 por acusaciones de haber recibido dinero de Odebrecht a través de una de sus empresas en los años que PPK fue ministro de economía, evitando así ser destituido por el parlamento.

Pero los casos en Perú parecen no terminar, mientras se termina este informe estalla la noticia de la orden de prisión contra Keiko Fujimori.

15. Luiz Inácio Lula da Silva: presidente de Brasil entre 2003-2010. Luiz Inácio “Lula” da Silva fue condenado en 2018 a 9 años y seis meses de prisión por los crímenes de corrupción pasiva y lavado de dinero, por recibir sobornos de la constructora OAS entre 2006 y 2012 por un valor de 3,7 millones de reales. Esta condición le impide a Lula competir en las elecciones presidenciales 2018 donde lleva la delantera en las encuestas, al momento de bajar su candidatura el 11 de septiembre de 2018.

16. Cristina Fernández de Kirchner: presidente de Argentina entre 2007 y 2015. Tiene cuatro acusaciones en su contra.: dirigir una asociación ilícita, lavar dinero, defraudar al estado y encubrir el atentado a la AMIA (fiscal Nisman asesinado que investigaba la causa del atentado antisemita de 1994). No hay sentencia aún, juicio en proceso.

17. Amado Boudou: vice-presidente de Argentina entre 2011 y 2015. Condenado en agosto de 2018 a 5 años y 10 meses de prisión por delitos de cohecho y negociaciones incompatibles con la función pública en la causa por la venta de la calcográfica ex Ciccone.

18. Raúl Fernando Sendic: vice-presidente de Uruguay 2015-2017 Renunció a su cargo el 13 de setiembre de 2017, presionado por denuncias de corrupción y luego de que el Tribunal de Conducta Política del Frente Amplio (su partido) determinara que había incurrido en “un proceder inaceptable en el manejo de los fondos públicos”. Las denuncias referían al período en que Sendic había sido Presidente de ANCAP (la empresa petrolera nacional uruguaya) entre 2008 y 2013. Meses después de su renuncia, el 29 de mayo de 2018, sería procesado por la justicia el 29 de mayo de 2018 por un delito de abuso de funciones y peculado

Esto casos dan cuenta de un fenómeno que ha minado la democracia y sus posibilidades de consolidación.

Los pueblos de América latina quieren prosperidad y desarrollo, no hay evidencia de una demanda de autoritarismo, si ha evidencia que quieren orden y ausencia de violencia. Quienes interpretan la demanda de mano dura, como una demanda de autoritarismo contra la violencia, le están regalando el camino a la derecha radical que esta separada por una línea muy fina del autoritarismo.

El año 2018 es un “annus horribilis” para América Latina. La región retrocede a los niveles donde se encontraba en los años de la crisis asiática, en calidad de sus democracia y aumento en corrupción y violencia y pierde la condición de democracia en dos países: Venezuela y Nicaragua. Estos dejan de cumplir con las características mínimas para ser llamadas democracias, y son fustigadas por Naciones Unidas por su violación a los Derechos Humanos. Son verdaderos autoritarismos electorales.

2018 es el peor año para la región desde que Latinobarómetro empezara a medirla en 1995. No hay ningún indicador de todos los medidos que tenga una evolución positiva y la caída de muchos llegan a un mínimo histórico. La percepción de retroceso es la mas alta en 23 años.

Las instituciones caen a su menor de nivel de confianza, la política a su mayor nivel de desencanto. En ese contexto se eligen en México y Brasil presidentes “extra muros” del sistema político establecido, confirmando la crisis política. ¿Cómo podría ser de otra manera?

Los gobiernos se enfrentan a expectativas económicas inelásticas y una creciente mala evaluación del presente, donde ha disminuido la clase media, pilar de la democracia.Para culminar los cambios, la migración masiva llegó para quedarse.

En el momento en que menos vale la política, mas importancia tiene. La izquierda y la derecha democrática de la región deben enfrentar la debacle de la política, y liderar a sus pueblos, no dejarlos a la deriva de lo que encuentran en el camino, en la indiferencia y el individualismo Lo importante no son los destinos personales, sino los liderazgos que conducen y producen bien común. Sin liderazgos que conduzcan a la población, estaremos a la deriva del que quiera llenar el vacío.

Notas

1. Hodge, Warren. “Latin America Losing Hope In Democracy, Report Says”. The New York Times, 22 de Abril de 2004. https://www.nytimes.com/2004/04/22/world/latin-america-losing-hope-in-democracy-report-says.html. Cabe señalar que en ese artículo el NYT publicó una corrección en 11 de Mayo señalando que no era el 58% de los latinoamericanos que querían opción autoritaria sino el 43%. Los entusiastas que prepararon los datos habían omitido los “no responde” aumentando el porcentaje de autoritarios de manera artificial. La corrección se hizo a petición de la Corporación Latinobarómetro en su obligación de cuidar la integridad de los datos. Agradecemos al NYT la corrección (esta se puede encontrar al final del mismo artículo).

2. Excluyendo a Cuba ya que no solo no se aplica Latinobarómetro, sino que tampoco ha cumplido con las condiciones para ser una democracia desde 1959.

3. La tasa de 51 asesinatos por cada 100.000 habitantes. The New York Times 30 de October de 2018. https://www.nytimes.com/es/2018/10/30/opinion-oscar-martinez-caravana-migrante/?smid=tw- espanol&smtyp=cur

4. Cf.: https://www.welt.de/debatte/kommentare/article183300682/Norbert-Bluem-Eine-Nebenregierung-unter- Merz-koennen-wir-uns-nicht-leisten.html?wtmc=socialmedia.twitter.shared.web

5. Informe Latinobarómetro 2017.

6. El listado de mandatarios es el siguiente. Entre paréntesis se indica el país del cual fue presidente y el año de su salida: Fernando De la Rúa (Argentina, 2001); Fernando Collor de Mello (Brasil, 1992); Hernán Siles Suazo (Bolivia, 1985), Gonzalo Sánchez de Lozada (Bolivia, 1995), Carlos Mesa (Bolivia, 1995); Abdalá Bucaram (Ecuador, 1997); Jamil Mahuad (Ecuador, 1999); Lucio Gutiérrez (Ecuador, 2005); Jorge Serrano Elías (Guatemala, 1993); Jean-Bertrand Aristide (Haití, 2004); Raúl Cubas Grau (Paraguay, 1999); Alberto Fujimori (Perú, 2000); Joaquín Balaguer (República Dominicana, 1994); Carlos Andrés Pérez (Venezuela, 1993). Informe Latinobarómetro 2005, páginas 8 y 9.

7. De forma paralela a la elección presidencial se desarrollaron Costa Rica, Paraguay, México y Brasil. En el caso de Colombia y El Salvador, los comicios legislativos se realizaron en marzo de este año. Perú desarrolló una elección municipal en octubre de 2018.

8. Ecuador y Guatemala celebraron consultas populares el 4 de febrero y 15 de abril respectivamente, donde en el caso ecuatoriano incluyó una reforma constitucional que restringió la reelección presidencial.

9. Los datos fueron tomados de The Economist, Presidential term limits tested in Latin America, artículo publicado el 30 de Enero de 2018.

10. Cambios de reglas: Ecuador permitió un tercer mandato consecutivo en 2015 que se eliminó en febrero de 2018 vía referendo. Colombia la revirtió bajo el segundo mandato de José Manuel Santos. En el caso de Honduras, por la vía de un fallo judicial, permitió la reelección del Presidente Juan Orlando Hernández en 2017.

11. En la tabla, respecto de la primera vuelta, se indican los nombres de los candidatos que pasan a la segunda vuelta, mientras que en relación a los comicios legislativos, se indican los partidos más votados.

12 ?

13. Latinobarómetro 2018

14. “Absuelven de responsabilidad civil a Expdte. Flores y su familia “, La Prensa Gráfica, https://www.laprensagrafica.com/elsalvador/Absuelven-de-responsabilidad-civil-a-Expdte.-Flores-y-su-familia-20181026- 0107.html

Como as democracias morrem – 6. As regras não escritas da política norte-americana

Agora, sim, nós vamos falar do Deus de Trump